Título: El poder de la medicina natural.
Revista: GEO
Especialidad:Biología
Resumen:
Muchas personas tienen una confianza ciega en las propiedades terapéuticas de las plantas medicinales. Pero existen muchos y muy diferentes tipos de fármacos de origen vegetal, según sea el método de elaboración, la procedencia y los componentes herbáceos. En el mundo de la botánica aplicada a la medicina, hay que separar el grano de la paja: los remedios beneficiosos de los poco saludables.
La medicación naturalista tiene éxito en trastornos estomacales, resfriados, insomnio, menopausia..
Desde tiempos inmemoriales, los hombres han utilizado plantas y frutos para tratar enfermedades. Los egipcios confiaban en el efecto sanador de la naturaleza, y los curanderos de la Edad Antigua atesoraban todos los conocimientos que ésta les transmitía. Hipócrates, nacido hacia el año 460 a. C., figura entre los médicos más célebres de la época.
Hipócrates hizo numerosos viajes para completar su formación. En uno de ellos oyó hablar de un método de sanación, cuya práctica está vigente en la India: el ayurveda, un compendio de terapias naturales con miles de años de antigüedad. Desde entonces, los hindúes confían en los efectos beneficiosos de los remedios caseros elaborados con hierbas curativas. “Cerca del 60% de la población los utiliza regularmente”, comenta Rakesh Tuli, director del Instituto Nacional de Investigación Botánica, en Lucknow (Uttar Pradesh). En África y Sudamérica, la medicina natural también se sigue practicando. En algunos países, hasta las cuatro quintas partes de la población está convencida del poder curativo de la medicina natural, superior a cualquier otro procedimiento.
Hay indicios de que el consumo de ginseng permite asimilar mejor la radio y la quimioterapia.
Hoy se utilizan unas 35.000 plantas medicinales en todo el mundo. Esta cifra tan elevada se debe, por una parte, a que en ciertas regiones los medicamentos fabricados por las empresas farmacéuticas resultan caros. Por otra, porque sobre todo en los estados desarrollados, el individuo suele tener más esperanzas en las hierbas que en los fármacos de la industria química. “Muchas personas alrededor del mundo recurren a los remedios de origen vegetal de la medicina tradicional”, afirma Rakesh Tuli. Durante siglos, los curanderos, los druidas y los hombres de ciencia acumularon una experiencia valiosa e inestimable sobre la utilidad terapéutica de las plantas. Este cúmulo de saberes dio lugar al desarrollo de la ciencia médica clásica en Europa, de la que surgió luego la medicina monástica medieval. El antiguo arte médico pervive en el nombre botánico de muchas especies.
La marihuana es un estabilizador inmunológico, el cannabis sativa es una planta conocida por su efecto. De sus hojas y flores se obtienen el dronabinol, sustancia testada en enfermos de SIDA y cáncer para abrir el apetito y estabilizar el sistema inmunológico.
La confianza en la fitomedicina se basa en su arraigo histórico y práctica milenaria. Muchos creen que el uso continuado de una receta es la mejor prueba de que es apropiada y efectiva para tratar una dolencia. En la vida real, ¿se cumplen siempre estas expectativas? “La confianza en los fitofármacos es grande”, afirma Theodor Dingermann, profesor de biología farmacéutica en Alemania. “¡A veces, incluso excesiva!”. Un sencillo ejemplo basta: si para aliviar el dolor de cabeza tomamos ácido acetilsalicílico (AAS), es indiferente que la píldora se llame “aspirina” o “alka seltzer”, porque el único agente activo que contiene una tableta es AAS y puede dosificarse con exactitud, en general 500 miligramos.
El caso de los fitofármacos es muy diferente. Algunos productos se administran como si fueran fármacos y otros como suplementos alimenticios. Pero existe una diferencia fundamental en su estructura: en los remedios de origen vegetal no actúa una molécula única, sino una mezcla de muchas. Así, en el extracto de hierba de San Juan (usado contra las depresiones) se contabilizan centenares de sustancias flotando en el compuesto, algunas de ellas desconocidas. Además, la concentración de agentes activos varía mucho de un producto a otro, según el método de elaboración y el origen de la materia prima.Ana Benito 4º