Atención: Se recomienda escuchar tu BSO de videojuego preferida mientras lees este artículo.
Un videojuego no es nada sin sus personajes, mundos o historias, pero tampoco es nada sin una buena música que le acompañe. Imaginemos ese juego que tanto adoramos, ese que nos ha marcado de alguna manera, ¿qué sentimos al escuchar su banda sonora?
Lo sentimos todo
Es como si nuestra experiencia con ese videojuego fuera comprimida en tres minutos de notas y melodías. Cerramos los ojos y podemos recordar todos los momentos, buenos y malos, como si los estuviéramos disfrutando de nuevo.
¿Por qué es importante?
No es sólo importante, es necesaria. Necesitamos la música en muchas ocasiones y en muchos ámbitos de distinta índole, y por supuesto el maravilloso universo de los videojuegos no es una excepción. Sin embargo la importancia no se la da solamente su necesidad, sino el hecho de cumplir bien su cometido.
Ayudar a mejorar la experiencia de juego
Crear algo que consiga acompañar al jugador durante horas y horas mientras intenta salvar a la princesa, o prepara sus tropas para la batalla final supone un gran reto para el compositor, ya que éste debe evitar melodías agobiantes y demasiado repetitivas que puedan estropear otros elementos, como la narrativa o la jugabilidad.
Se pueden crear melodías que acompañen, sí, pero también se va más allá, puesto que la música tiene la gran tarea de ensalzar las emociones que la aventura genera en nosotros, los jugadores. Exactamente como en una película cuando comienza la típica escena de llorar y te ponen esa musiquilla que te dice: pero llora, LLORA YA.
La diferencia es que en un videojuego no somos meros espectadores de la historia, sino que somos partícipes de la misma y en ocasiones decisores del camino a tomar y esto hace que esa exaltación de las emociones se incremente.
Por lo tanto, de la misma manera que una buena banda sonora consigue mejorar la historia, una mala composición puede llegar a destruirla por completo. Me estoy acordando del caso de Resident Evil: Director’s Cut, para el cual no tengo comentarios.
Las malas bandas sonoras, o — digámoslo de otra manera — las bandas sonoras desafortunadas quizás sean algo más del pasado, de aquellos juegos de plataforma que repetían la melodía una y otra vez hasta que te explotaba el cerebro. Puede que en ese caso ni siquiera estemos hablando de bandas sonoras como tal, puesto que el único objetivo de esas composiciones de los años 70 y 80 era servir de apoyo a la imagen gráfica. Eso sí, ¡lo hacían de lujo! Mario Bros o Tetris no serían lo mismo sin su música.
Dejando de lado esa música chip con sus melodías monofónicas, el crecimiento de la industria del videojuego y su divulgación en la sociedad, ha supuesto la transformación de las partituras que arropan a un juego. Lo que antes eran melodías cíclicas se han ido convirtiendo en auténticas bandas sonoras que poco a poco van ganando mayor protagonismo.
Hoy en día perfectamente puedes encontrarte en tus listas de reproducción habitual la banda sonora de Journey, algo de Dark Souls o Dragon Age, y aquí es donde realmente se refleja esa importancia de la que hablábamos antes. Pero, ¿qué es realmente la banda sonora de un videojuego?
No son sólo los temas musicales comercializables o las canciones con principio y final, considero que debemos ir un paso más allá. Una BSO puede ser la intensidad de una nota aguda en un momento de tensión, o el sonido que aumenta gradualmente en un instante de gloria.
Quizás a esto se le llame habitualmente efectos sonoros, pero forman parte del juego como lo puede hacer el tema principal melódico. El género de terror es un claro ejemplo de la necesidad de estas pistas de audio, puesto que juega un papel fundamental en la creación de esa atmósfera de miedo.
Juegos de terror
Bien es cierto que este género es conocido por combinar momentos de silencio sepulcral en los que sólo escuchas los pasos de tu personaje con sonidos extraños que te ponen los pelos como escarpias, pero debemos admitir que el juego no sería nada sin, por ejemplo, esas notas estridentes que acompañan a los tradicionales sobresaltos que te hacen temblar en tu cómoda silla. Es por eso que aunque, como es lógico, lo que escuchemos fuera del videojuego sea una composición completa, no debemos olvidar nunca la importancia de todos los componentes de una banda sonora, bien sean canciones, sonidos extravagantes o fondos musicales recurrentes.
Conclusión
De una forma u otra, las bandas sonoras originales de videojuegos llegan a estar al nivel de cualquier banda sonora de película, y en ocasiones las superan con creces, igual que ya lo están haciendo a niveles de argumento y narrativa (eso ya será tema para otro artículo).
La música de un juego puede pasar de un lugar tranquilo y armonioso a la lucha más infernal de todas lo que en ambos casos nos inspira.
Y es que esas sinfonías nos trasladan a lugares y nos hacen rememorar sentimientos de una manera única y especial. Es única porque ninguna otra cosa en este mundo consigue evocar momentos como lo hace la música. Es especial porque nos recuerda el camino y las dificultades que hemos tenido que pasar para llegar al final de la aventura.
Desgraciadamente nos encontramos con el problema ya conocido en este mundillo, y es que los videojuegos no consiguen llegar a todo el mundo, y aunque con los años el número de jugadores va en aumento, aún estamos muy lejos de lograr que magníficas melodías triunfen en los oídos de todos — casi todos — y sean consideradas como lo que son: Obras de arte que merecen reconocimiento más allá del propio videojuego.
Por:David Rodríguez Tatjé