Hay varias especies, a parte de los osos, que se sienten tentados por la miel de las colmenas y esto es un quebradero de cabeza para los apicultores.
Desde finales del siglo XVIII, la apicultura extremeña empezó a sufrir unos estragos en sus colmenas, por carnívoros pequeños, sobre todo por tejones.
A parte de robarles la miel, provocan grandes destrozos, tirando y rompiendo dichas colmenas.
Los apicultores se quejan de éste problema, porque no les dejan poner trampas para cazar a los tejones y tampoco reciben ayudas para subsanar los daños que le producen cuándo atacan a sus colmenas.
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