viernes, 31 de marzo de 2017
Gerardias, corales al norte de Lanzarote
Gerardias, corales al norte de Lanzarote
En el archipiélago Chinijo, al norte de la isla canaria de Lanzarote, unos investigadores han descubierto lo que parecen ser enormes colonias de un tipo de coral conocido como gerardia. Sumérgete en sus aguas acompañando a los fotógrafos Jordi Chías y Rogelio Herrera.
El descubrimiento del monte submarino bautizado con el nombre de Bajo de las Gerardias sucedió por casualidad a mediados de los años noventa, cuando Rafael Herrero, operador de cámara y realizador de filmaciones submarinas, se hallaba grabando un vídeo para la Secretaría de Pesca del Gobierno de España en la Reserva Marina de Isla Graciosa e Islotes del Norte de Lanzarote. Un día, unos pescadores le hablaron de un lugar donde las líneas de pesca solían enredarse. Y no sólo eso: cuando izaban las mallas, siempre encontraban una especie de «arbolitos» enganchados a ellas. Rafael Herrero quiso saber de qué se trataba y realizó una inmersión en el lugar indicado. Primero lo hizo solo y luego, intuyendo que allí podía haber algo relevante, con el que durante los últimos 20 años ha sido su compañero de buceo, Rogelio Herrera, doctor en ciencias del mar y técnico de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación Territorial del Gobierno de Canarias. «Lo que descubrimos nos dejó atónitos –explica éste–. Esperábamos encontrarnos con rocas forradas de gorgonias o quizá de coral negro. Pero lo que hallamos fue un monte submarino de dimensiones considerables, situado a una profundidad de entre 65 y 70 metros, alfombrado por multitud de extraordinarias colonias de un cnidario antozoo zoantario conocido como gerardia, en concreto de la especie Gerardia savaglia.» Tan extraordinarias eran aquellas colonias, quehoy todo indica que se trata de unas de las más grandes del mundo de este curioso animal, un tipo de coral que presenta pólipos y que es pariente de las anémonas.
El hallazgo tuvo lugar en la reserva marina cuyas aguas rodean el archipiélago Chinijo y que, con 70.700 hectáreas de extensión, es la mayor área marina protegida de Europa. «El Bajo de las Gerardias se halla a unos 750 metros al norte del islote Montaña Clara. Mide unos 150 metros de largo en su parte más escarpada y su punto de mayor altura ronda los 38 metros, lo que significa un rango de profundidad de 27 metros desde la superficie marina», afirma Herrero.
Montaña Clara es, junto con Alegranza y La Graciosa, una de las tres islas que componen el archipiélago Chinijo, situado frente a Lanzarote, y que cuenta también con dos pequeños roques, el Roque del Este y el del Oeste. Este archipiélago, cuyo nombre hace referencia a su reducido tamaño, se erige en unas aguas cuyos fondos abruptos, típicos de las islas volcánicas, albergan una abundante biodiversidad, propiciada por los afloramientos de aguas frías y ricas en nutrientes que se generan en la costa saharaui, situada a tan sólo unos 140 kilómetros.
Aunque supimos desde el principio que nos hallábamos ante importantes colonias de gerardias, ni en aquel momento ni en visitas posteriores pudimos valorar con precisión la dimensión de nuestro descubrimiento», admite Rogelio Herrera. Y es que en aquel entonces, hace casi 15 años, sus equipos de buceo eran de aire comprimido. «Aquellos equipos no nos permitían alcanzar la profundidad necesaria con seguridad, y el tiempo limitado de buceo nos impedía llevar a cabo una exploración de la totalidad del bajo. Por ello, esas primeras inmersiones nos produjeron cierta frustración», explica Rafael Herrero, quien recuerda cómo realizó aquellas primeras grabaciones bajo el efecto de la narcosis de nitrógeno, producida cuando se respira este gas contenido en la mezcla de la botella de submarinismo a determinada profundidad.
Rafael y Rogelio mantuvieron el descubrimiento en secreto para preservar el lugar. Periódicamente visitaban el Bajo de las Gerardias (así bautizado por ellos) para realizar nuevas grabaciones y fotografías, que les aportaron sin embargo visiones parciales e inconexas. Por suerte, años después la tecnología puso sobre la mesa nuevas oportunidades. En concreto, los equipos de inmersión autónomos de circuito cerrado, conocidos como rebreathers, que aprovechan el oxígeno del aire expirado por el submarinista, es decir, el oxígeno desaprovechado, y lo ponen de nuevo en circulación. «Los rebreathers te permiten permanecer más tiempo bajo el agua, son silenciosos y no generan burbujas, lo que hace posible una mayor integración en el medio», aclara Rafael Herrero.
Con la tecnología adecuada in mente, ambos se replantearon el plan y presentaron un proyecto a la Fundación Canaria MAPFRE Guanarteme, que les otorgó los fondos necesarios para llevar a cabo durante diez días una expedición al Bajo de las Gerardias. Para ello, «reclutaron» a Javier Parrondo, técnico de iluminación y cartógrafo; Simon Butler, instructor de buceo técnico; Óscar Ocaña, doctor en biología y especialista en corales, y director del Museo del Mar de Ceuta; Jordi Chías, fotógrafo submarino, y Alberto Brito, catedrático de oceanografía biológica de la Universidad de La Laguna, que ha ejercido como asesor científico externo.
«El proyecto se desarrolló a finales del verano de 2009, y durante diez días seguidos realizamos un total de 18 inmersiones para documentar y estudiar este monte submarino –informa Rogelio Herrera–. Teníamos dos objetivos claros: conocer las características de estas extraordinarias colonias de gerardias y lograr una mejor conservación y protección de la zona.» Aunque el bajo se halla en una reserva marina y en un parque natural, los especialistas que lo estudian opinan que habría que limitar e incluso cesar actividades como la pesca o el fondeo de ciertas embarcaciones. «Consideramos que su importancia natural es de gran relevancia, con lo que además podría destacarse el enclave con una figura de protección propia, como, por ejemplo, Sitio de Interés Científico», propone Rogelio Herrera.
Óscar Ocaña, uno de los principales expertos europeos en corales y anémonas, afirma que el Bajo de las Gerardias es una de las mayores comunidades conocidas de la especie en todo el mundo y que, curiosamente, se encuentra en aguas relativamente someras, a diferencia de las poblaciones conocidas en otros lugares. «Lo habitual es que las gerardias se desarrollen a grandes profundidades, como en Hawai, donde las colonias alcanzan los 500 metros de profundidad», explica. A estos curiosos seres les gustan las aguas templadas del ámbito Atlántico y Mediterráneo, y muestran mayor preferencia por las islas orientales y centrales, menos tropicales, que por las occidentales. «Por su situación, el Bajo de las Gerardias ofrece a las gerardias una posición excelente frente a la corriente y a la luz del sol –añade el biólogo–. Como todos los organismos suspensívoros, se alimentan de plancton, al igual que la mayoría de los corales. Les gusta la penumbra y, desde su pared, acechan a la espera de las corrientes ascendentes cargadas de alimento, que aquí son muy ricas debido a los filamentos del afloramiento canario-sahariano.»
Ahora, los investigadores buscan financiación para poder cartografiar con precisión la zona, levantar una carta batimétrica y localizar, si los hay, bajos cercanos que presenten una biodiversidad similar. «Eso es ahora prioritario para lograr una mayor protección de este lugar», advierte Herrera. Larga vida a las gerardias.
DARÍO COVALEDA MARTÍN 4ºA
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