Parque Natural de Bardenas Reales
Este paraje desértico de formas fantasiosas se cubre en primavera de una pátina verde que lo hace todavía más bello.
Con la llegada de la primavera el desértico paisaje de las Bardenas Reales adquiere un nuevo aspecto y la vida parece aflorar entre las inverosímiles formaciones rocosas. Este parque natural, declarado Reserva de la Biosfera en el año 2000, se halla en el sureste deNavarra, en la depresión del valle del Ebro. Una red de senderos señalizados permiten recorrerlo y contemplar este mundo inhóspito, pero bellísimo, de apariencia lunar.
Antigua propiedad real, de ahí procede su nombre, el parque tiene una extensión de unas 42.500 hectáreas y níngún núcleo urbano. Sus suelos son de arcillas, yesos y areniscas que han sido erosionados por las lluvias torrenciales y el cierzo –un viento intenso y seco– creando formas sorprendentes en las que destacan los barrancos y las mesetas, así como montículos que desafían la gravedad como el Cabezo de Castildetierra, que se ha convertido en símbolo del parque.
Entre la fauna y las leyendas
Este territorio, aunque desértico, ha sido el hogar desde tiempos inmemoriales de pastores, leñadores e incluso bandoleros. Entre las esculturas rocosas atisba alguna que otra fortificación defensiva, lo que colabora a impregnar de una atmósfera mágica e irreal el lugar. Pero los habitantes de Bardenas Reales son sin duda las águilas y los buitres, loszorros y los gatos monteses, las jinetas y los pequeños y reptiles que viven entre los matorrales.
En el Centro de Información, situado cerca de Arguedas, a poco más de veinte kilómetros al norte de Tudela, ofrecen visitas guiadas por la zona y amplia información para recorrerlo por cuenta propia. Asimismo, existen numerosas empresas que organizan todo tipo de actividades por la zona, desde recorridos en vehículos todo terreno, en quad y en bicicleta, senderismo e itinerarios ornitológicos.
Dormir bajo las estrellas
Para recorrer el páramo lo ideal es iniciar la ruta a primera hora de la mañana, ya que el parque prohíbe alargar las visitas más allá del atardecer. El uso de vehículos está limitado y existen aparcamientos para dejarlos y seguir la visita a pie, en bicicleta o a caballo. Hay que pedir un permiso especial para poder pernoctar, experiencia que realmente merece la pena. Bajo un cielo increíblemente estrellado y a la luz de la luna, las caprichosas formas de Bardenas Reales resultan todavía más impresionantes. Otro de los alicientes de la zona es la posibilidad de alojarse en cuevas, totalmente habilitadas, en los límites del Parque.
DARÍO COVALEDA MARTÍN 4ºA
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