Revista: National Geographic
Pocas cosas pasan desapercibidas para las focas. De los pelos del ocico asoman unos folículos que contienen alrededor de diez veces más terminaciones nerviosas que los bigotes de una rata. Wolf Hanke, biólogo de la Universidad de Rostock, dice que las vibrisas de la foca se han adaptado durante 25 millones de años para poder "leer" los mâs mínimos cambios que se producen en el movimiento del agua.
Hanke y sus compañeros estudian este fenómeno con Henry, una foca amaestrada que hasta con los ojos y oídos tapados ha sido capaz de detectar la presencia de un objeto en agua calmada. Los últimos ensaños revelan que puede distinguir formas y tamaños solo con sus bigotes y se cree que otras especies de foca tienen la misma habilidad que les ayuda a cazar mejor.
Rebeca García Godoy
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