Revista: National Geographic
La turba y el calor que desprende al arder, son consustanciales a la vida rural irlandesa, que llevan utilizando durante siglos. Pero ahora, la Unión Europea quiere preservar esos antiguos y amenazados hábitats, ricos en materia vegetal en descomposición y especies raras.
La iniciativa de la UE apenas varió los hábitos de la irlanda rural, pero el año pasado la evidencia de una extracción de turba en grandes cantidades llevó a Bruselas a amenazar con importantes sanciones. En verano se consiguió un acuerdo provisional y los explotadores de turba aceptaron suspender la actividad hasta final de año, pero el cortador de turba irlandés Luke Flanagan, promete renaudar la lucha el próximo año.
Rebeca García Godoy
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