Especialidad: Ciencias.
Revista: National Geographic.
Según el investigador Steven Allison, los hongos que prosperan en el bosque son “como
chimeneas de CO2”.
Allison midió el dióxido de carbono emitido por estos seres vivos, después de que sus micelios (tallo de los hongos formado por filamentos por donde se nutren) consumieran el carbono del suelo. Le sorprendió la gran cantidad desprendida... y se alarmó, ya que este gas retiene el calor en la atmósfera.
Allison pensó que a medida que el planeta se caliente, los hongos prosperarán y emitirán más CO2.
Para probar su teoría, él y un colega construyeron una serie de invernáculos en un bosque de Alaska.
Para su sorpresa, los hongos de invernadero permanecieron inactivos o murieron: es probable que el suelo, medio grado más caliente que en el exterior, se secara demasiado para ellos.
Los que se malograban consumían menos cantidad de carbono, y sus emisiones de CO2 descendían.
Una disminución del CO2 emitido por los hongos no puede compensar el liberado por los humanos: una exhalación del ser humano equivale más o menos a la cantidad que desprende un hongo grande en una hora. Lo realmente importante es que , aprender cómo los ecosistemas afectan los niveles de CO2 es esencial para predecir el aumento de la temperatura del planeta.
Ana Benito Benito 4ºA
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