EL RESERVADO CARDO SANTO
Revista: Quercus
Número: 338
Especialidad: Geología
El cardo
santo es una de esas hierbas que suelen pasar desapercibida pues alcanza escasa
estatura y tiene una discreta floración amarillenta. Estos rasgos hacen que el
cardo santo sea una planta desconocida.
Se utilizó
en botánica para numerosos fármacos de cura de enfermedades.
Esta especie
es de origen mediterráneo y se extiende desde la península ibérica hasta el mar
Caspio abarcando las zonas de influencia mediterránea. No obstante, fue
introducida también en regiones del centro y norte de Europa. Hoy en día puede
encontrarse también en lugares como Australia oriental, Estados Unidos y
Suramérica. Crece en entornos humanizados, cerca de caminos y al borde de los
cultivos de secano.
El cardo
santo gusta de tierras secas y pleno sol lo que hace que no sobrepase los 1000
metros de altitud. Su parte aérea es muy velluda lo que proporciona una defensa
contra los rayos de sol. Las hojas externas cubren sus márgenes con espinas
punzantes. Estas defensas hacen que los animales herbívoros no presten atención
a estas plantas. Cuando comienza la primavera aparecen al final de sus tallos
unas flores amarillentas que pronto se convierten en semillas y movidas por la
brisa, se alejan de su progenitor.
Actuales
investigaciones han demostrado que no posee las santas propiedades curativas
que se le atribuyeron antiguamente pues solo tiene remedio a unos pocos males.
Sus hojas contienen cnicina con propiedades aperitivas, estomacales,
antibióticas, diuréticas, febrífugas y antiinflamatorias.
Este cardo también ha sido utilizado desde un tiempo
como alimento pues sus hojas tiernas se han empleado en ensaladas y hay quien
dice que sus flores tienen un sabor similar a las alcachofas.
CAROLINA DOMÍNGUEZ PUERTAS
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