El 2019 ha marcado un nuevo récord en calentamiento de los océanos. Un estudio muestra que, desde la década de los 1950, nuestros océanos se están calentando a ritmos cada vez más forzados. Las consecuencias son nefastas y no está claro si las podremos parar.
La situación es crítica. Los últimos años están siendo devastadores: si entre 1955 y 1986 el ritmo de calentamiento de las aguas oceánicas fue constante, desde 1987 hasta 2019 el calentamiento ha sido un 450% superior en comparación con el período anterior. Especialmente preocupante resulta que los cinco años en que se han registrado las aguas más cálidas son precisamente los cinco últimos.
"La bomba atómica de Hiroshima explotó con una energía de unos 63.000.000.000.000 julios”, informó Cheng. "La cantidad de calor a la que hemos sometido a los océanos del mundo en los últimos 25 años es comparable a 3.600 millones de explosiones atómicas como la de Hiroshima".
Esto equivale a lanzar cuatro bombas como las citadas cada segundo en el último cuarto de siglo, pero como la situación no deja de empeorar, "actualmente ya estamos a un nivel de entre cinco y seis bombas de calor por segundo", advierten los expertos.
Los océanos son un buen espejo al que mirar para comprender las consecuencias que tiene el cambio climático. Con una superficie de casi tres cuartos del total del planeta, el hecho de que no vivamos sobre ellos no evita que suframos las consecuencias de su deterioro:
El calentamiento está favoreciendo la acidificación de los océanos, lo que tiene un impacto muy considerable en la vida marina. Además, el aumento de las temperaturas está provocando cambios en las corrientes oceánicas y en el clima en general: podemos recordar los huracanes Harvey o Florence de los últimos años como muestra de ello.
Lo peor es que, tal y como destacó el director de la investigación publicada en la revista Advances in Atmospheric Sciences, "veremos un aumento continuado del calentamiento de los océanos aunque consigamos mantener [el aumento de] la temperatura media de la superficie de la Tierra por debajo de los dos grados centígrados". No obstante, también recordó que "si podemos reducir las emisiones, podremos reducir el nivel de calentamiento, y después reducir los riesgos y pérdidas asociados" a este.
Yeray García Fontánez
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