Los primatólogos quedaron boquiabiertos cuando descubrieron que los primates también bailan al ritmo de la música. Ahora, un estudio científico indica que la danza de los chimpancés puede decirnos mucho acerca de por qué a los humanos nos gusta tanto bailar.
Desde las cavernas hasta las discotecas de las grandes ciudades, desde el ballet hasta el reggaetón; bailar siempre ha sido una actividad de expresión agradable para el ser humano. La pregunta es ¿cómo puede haber surgido? Como suele suceder, la ciencia quiere encontrar una explicación y los chimpancés de la actualidad podrían darnos una pista.El hallazgo de que a los chimpancés les gusta bailar llegó casi por casualidad, cuando la primatóloga Yuko Hattori buscaba estimular a un chimpancé para que tocara el piano a cambio de comida. Inesperadamente, notó que la madre del chimpancé comenzaba a moverse al ritmo de las notas interpretadas en el piano.
"Quedé impactada", confesó la científica Hattori, según recuerda un artículo de la revista Science de la American Asociation for the Advancement of Science (Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia). La sorpresa de la investigadora se debía a que la chimpancé no había recibido ningún tipo de entrenamiento o recompensa que la llevara a bailar de esa forma, por lo que los movimientos fueron puramente espontáneos.
Aquella experiencia, en 2014, quedó resonando en la cabeza de Hattori. En 2019 presentó los avances de una investigación que realizó junto al también primatólogo Masaki Tomonaga, con quien trabaja en el Instituto de Investigación de Primates de la Universidad de Kyoto, en Japón.
El estudio se centró en comprobar si el 'balanceo rítmico' identificado en primates era inducido por la música que escuchaban. Realizaron tres experimentos, colocando una música típica de rock de dos tempos hecha con un piano. Cada chimpancé recibió una sesión diaria a lo largo de seis días. Cada sesión estuvo compuesta de seis ensayos, en cada uno de los cuales el chimpancé escuchó el estímulo durante dos minutos. La pieza musical reproducida fue cambiando de tempo en cada ocasión.
Los experimentos mostraron que la música induce al movimiento de los chimpancés, especialmente a los machos, algo que se condice con hallazgos previos sobre que los machos son más propensos a la comunicación auditiva en las comunidades de primates.
El estudio también identificó que el movimiento de los chimpancés variaba según la regularidad y el tempo de la música cuando se encontraban en una postura bípeda. Además, los científicos encontraron que uno de los primates sometidos al experimento se acercó físicamente a la fuente de sonido.
Para Hattori y Tomonaga, los resultados "sugieren que algún fundamento biológico de la danza existe en los ancestros comunes de humanos y chimpancés de hace 6 millones de años". Por ese motivo, consideran que el estudio contribuye a entender "el origen evolutivo de la música".
Yeray García Fontánez
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