jueves, 3 de diciembre de 2020

Para estudiar el envejecimiento, los científicos recurren al espacio exterior


Los viajes espaciales inducen cambios corporales que son muy similares al envejecimiento, lo que aporta una vía única para impulsar la investigación médica.

Como sabrá cualquiera que haya pasado la mediana edad, el proceso de envejecer puede resultar duro para el cuerpo humano. Los huesos empiezan a perder calcio, los músculos empiezan a consumirse, el sistema inmunitario se debilita y puede afectarte la artritis. Hacia el final de la vida, una persona puede sufrir problemas cardíacos y deterioro de la función cognitiva.Sin embargo, estos síntomas también pueden ser la consecuencia de algo menos habitual: los viajes espaciales.

Los vuelos espaciales influyen en la biología de formas drásticas y las personas que viajan al espacio parecen sufrir los efectos del envejecimiento más rápido que las personas que se quedan en la Tierra. Ahora, los científicos comprenden mejor que nunca la influencia de los viajes espaciales en los seres vivos. Un conjunto de 29 estudios publicados recientemente en las revistas Cell, Cell Reports, iScience, Cell Systems y Patterns examina los peligros biológicos del vuelo espacial en 56 astronautas, más del 10% de todas las personas que han viajado al espacio.

Los nuevos estudios nos acercan más a identificar los mecanismos subyacentes de las reacciones biológicas a la vida en el espacio. Más de 200 científicos han demostrado que el espacio cambia drásticamente los genes, la función mitocondrial y los equilibrios químicos de las células y desencadena una cascada de efectos en la salud de los humanos y los animales que viajan al espacio.

«Todo el cuerpo se ve afectado, porque [el espacio] es un entorno muy diferente y extremo», afirma Susan Bailey, radióloga de la Universidad Estatal de Colorado que participó en varios estudios.Los efectos en la salud asociados a los vuelos espaciales tienen varias similitudes con las enfermedades relacionadas con el envejecimiento, como el cáncer y la osteoporosis.

                                                       Lucía Herrero Hinjos

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