Este árbol puede matarte
En 1999, la técnica en radiología Nicola H. Strickland se encontraba de vacaciones en la paradisiaca isla de Tobago. En su primera mañana, ella y su acompañante hallaron una playa desierta totalmente idílica: arena
blanca, palmeras mecidas por la brisa y un mar de color turquesa, con toda la singularidad del ambiente caribeño. Mientras buscaban conchas exóticas y fragmentos de corales, Strickland vio unos frutos verdosos sobre la arena. Eran redondos, del tamaño de una mandarina, y habían caído de un gran árbol.
Strickland, hoy presidenta del Royal College of Radiologists, en Londres, dio un mordisco al fruto y lo encontró agradablemente dulce. También se lo ofreció a su acompañante. Momentos más tarde, empezaron a notar en la boca un extraño picor que progresó hacia una molestia de cortante quemazón y cerrazón de la garganta. Los síntomas empeoraron transcurridas dos horas: apenas podían tragar debido al espantoso dolor y a la sensación de un enorme nudo que les obstruía la faringe. En las siguientes ocho horas, el malestar bucal empezó a remitir, pero sus ganglios linfáticos cervicales se tornaron muy sensibles y fácilmente palpables. Habían experimentado los terribles efectos del fruto de una planta que, según el Guinness World Records, es el árbol más peligroso del mundo.
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