La Antártida se divide en icebergs gigantes: el principio del fin
El
inminente desprendimiento de un titánico bloque de hielo en la
Antártida de unos 5.000 kilómetros cuadrados en la plataforma de
hielo de Larsen C, está a punto de cambiar para siempre el mapa del
hemisferio sur.
A
vista de pájaro la plataforma de hielo de
Pine Island,
en la
Antártida,
es
un tren que se dirige hacia la ruina a cámara lenta. Por supuesto
desde una perspectiva humana. En tiempo geológico todo está
sucediendo en un abrir y cerrar de ojos.
Hace
más de 3 décadas que desde la Universidad
de California y el Laboratorio de Propulsión a Reacción
de la NASA,
se viene avisando de que la Antártida Occidental ha comenzado a
derretirse. Ahora, el gigantesco bloque que está a punto de
separarse de la plataforma de hielo, conocido como Larsen
C,
puede ser el precursor de un colapso de todo el continente, el cual,
de producirse, inundaría un gran número de
ciudades
costeras
en todo el mundo.
En
su superficie se diseminan grandes grietas que se disputan el espacio
con lagunas de deshielo de hasta 400 metros cuadrados.
En
las últimas décadas las aguas del mar de Amundsen, también en la
parte oeste de la Antártida, se han calentado más de 0,5ºC , y en
este tiempo, la velocidad a la que el hielo se está derritiendo y
fracturando se ha cuadruplicado. Ya entre 2015 y 2016 un bloque de
unos 360 kilómetros cuadrados se desprendió alejándose de la costa
del mismo mar. Sin embargo, en la actualidad las predicciones para el aumento de la temperatura, en este caso para el mar de Weddell colindante con Larsen C, se sitúan en los 5ºC de media. Esta es la razón por la que muchas plataformas más pequeñas de hielo ya han sucumbido por completo. Y también el motivo y por el que Larsen C está a punto de convertirse en una plataforma de hielo que vagará a la deriva por el océano Antártico hasta fundirse en comunión con sus aguas.
La
grieta en Larsen C mide casi 200 kilómetros de largo y en alguna de
sus partes el ancho puede alcanzar los 2.000 metros. En
su expansión, cuando
llegue
al final, dará lugar a uno de los icebergs más grandes jamás
registrados, de unos 5.000 kilómetros cuadrados, es decir, casi la
superficie de la
Comunidad
Autónoma de Cantabria.
Eric
J. Rignot, afirma
que el reciente giro de la grieta evidencia su temprana fractura.
"Según mi experiencia, cuando la brecha toma un giro de 90º,
como es el caso, la fractura está a la vuelta de la esquina. Es
cuestión de semanas”.
A
primera vista la fractura y desprendimiento de esta sección de
Larsen C puede verse como un síntoma del calentamiento experimentado
durante los últimos años.
Sin
embargo, la importancia de esta fractura radica en que el hielo que
esta a punto de desprenderse se encuentra asentado en una serie de
islas.
Por el contrario, la gran mayoría del resto de la plataforma
descansa sobre una cuenca que se interna hasta los 5.000 kilómetros
de profundidad, lo que la hace especialmente vulnerable al aumento de
la temperatura del océano. Es en este punto donde la situación se
complica pues, de producirse el desarme y rotura en pedazos cada vez
más pequeños de tal cantidad de hielo, y de producirse sobre todo,
tal y como creen los
científicos,
a una velocidad cada vez mayor,
el
nivel del mar aumentaría en más de tres metros inundando ciudades
enteras en todo el mundo.
De
este modo el derretimiento de la plataforma de hielo de Pine Island
es un caso dramático. Con 400 metros de espesor de media, entre los
años 1994 y 2015 la cantidad de hielo se ha visto mermada en un 10%.
Lo más preocupante es que la retirada de hielo de la plataforma
Larsen C, podría afectar al vecino glaciar
Thwaites,
el cual sería susceptible de desestabilizar la mayor parte de la
Antártida Occidental.
“Ahora
estos glaciares están desapareciendo cada vez más rápido de la
superficie de la
Tierra”,
afirma Rignot, quien lleva estudiando la región desde hace más de
dos décadas a través de aviones y satélites.
El científico está convencido de que el colapso de la capa
occidental de
hielo
antártico
es inevitable. “Es tan solo una cuestión de tiempo. Lo importante
es saber si esto ocurrirá en un periodo de 500 años, o en menos de
100. Y sobre todo, si será la humanidad lo suficientemente rápida
como para prepararse a los acontecimientos. “Hemos de despejar la
incógnita- afirma el investigador- y debemos hacerlo antes de que
sea demasiado tarde”.
La
plataforma de Larsen C es solo un pequeño aviso.
Marian Hernández García.
Información sacada del: National geographic.
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