Sierra Leona es uno de los peores lugares del mundo para ser niña. En este
país del África occidental, habitado por unos seis millones de personas,
desgarrado por una cruenta guerra civil que duró más de una década y devastado
por el Ébola, el simple hecho de nacer niña se traduce en una vida de barreras y
tradiciones que a menudo dan más valor a su cuerpo que a su mente.
La mayoría de las mujeres
de Sierra Leona han sido
sometidas a la mutilación genital, una práctica que las inicia en la
vida adulta y supuestamente las hace más deseables para el matrimonio, pero que
también es un método de represión
sexual profundamente arraigado en su cultura.
Casi la mitad de las chicas se
casan antes de los 18 años, y muchas se quedan embarazadas mucho más jóvenes, a menudo en su segundo o tercer
ciclo menstrual. Muchas son víctimas de
la violencia sexual; las violaciones suelen quedar impunes. En 2013 más
del 25% de las sierraleonesas de entre 15 y 19 años estaban embarazadas o ya
eran madres, lo que supone una de las tasas
de gestación más elevadas del mundo para esa franja de edad.
Y demasiadas mueren en el parto:
es el porcentaje más alto del mundo, según estimaciones de la Organización
Mundial de la Salud y otras entidades internacionales. La mutilación
genital femenina puede elevar el riesgo de sufrir complicaciones obstétricas.
Claudia González
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