La primera cita Europa de avispilla del castaño se registró
en el norte de Italia de en el año 2002. Diez años después en 2012, había
alcanzado en Cataluña, y, desde entonces se ha extendido por la cornisa
cantábrica y Galicia, alcanzando incluso la provincia de Málaga. Las alarmas se
dispararon cuando las cosechas de castañas empezaron a verse amenazadas.
Junto a hayas y robles, el castaño es uno de los componentes
más característicos de los boques y sotos caducifolios de España.
La cada globalización de la economía y el comercio ha
propiciado que estemos asistiendo a una agudización del problema de las
especies invasoras en todo el mundo, intensificado también por el cambio
climático.
La avispilla del castaño pertenece al grupo de los himenópteros
cinípidos, una amplia familia de insectos conocidos como “avispas de las
agallas”. Son fitófagos muy especializados e inducen en sus hospedadores la producción
de agallas vegetales o cecidias. Estas agallas se definen como unas estructuras
anormales que la planta genera como reacción del ataque del insecto y en cuyo
interior las larvas encuentran alimento, cobijo y protección frente a los
depredadores.
Dado que el insecto se encuentra protegido en el interior de la
agalla y que las cecidias son invisibles durante una buena parte de su ciclo biológico,
es prácticamente imposible combatir la plaga con productos químicos. Lo cual,
aunque fuera posible, tampoco sería aconsejable desde el punto de vista
ambiental.
REVISTA: Quercus, Diciembre 2017
Paula González Cividanes
No hay comentarios:
Publicar un comentario