Desde hace tiempo, los expertos en medicina aeroespacial saben que las estancias prolongadas en el espacio, en un entorno de gravedad reducida, pasan factura a los astronautas.
Además de estar más expuestos a ciertas radiaciones, capaces de dañar el ADN, su masa ósea puede reducirse hasta un 2% al mes y los músculos de sus extremidades tienden a atrofiarse. Por el contrario, su cabeza se hincha, lo que a muchos les ocasiona intensos dolores de cabeza.
“Hemos averiguado que se producen cambios en la materia gris, en la blanca y en el líquido cefalorraquídeo”, indica en un comunicado Angelique Van Ombergen, una especialista en neuroplasticidad .
Para determinarlo, Van Ombergen y sus colaboradores pidieron a un grupo de diez cosmonautas que se sometieran a un estudio de imágenes por resonancia magnética poco antes de partir hacia el espacio, justo tras su regreso..
Se detectaron cambios en el líquido cefalorraquídeo, una sustancia incolora que, entre otras cosas, protege el sistema nervioso.
Transcurridos siete meses, los cosmonautas volvieron a pasar por el escáner. La materia gris presentaba entonces un aspecto mucho más parecido al que tenía antes de su incursión en el espacio, pero aun así eran perceptibles ciertas diferencias. Estas aún eran notables en el mencionado líquido cefalorraquídeo.
Marta Esteban Hernandez
Revista Muy Interesante
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