martes, 10 de abril de 2018

EL RECHAZO A LOS ANIMALES SALVAJES EVIDENCIA LA CRISIS DEL MEDIO RURAL

Aunque algunos animales salvajes suponen un impacto económico para las actividades del sector primario, la relevancia que este asunto alcanza resulta a menudo desproporcionada. Es verdad que hay rincones de esa España vacía, que pierde habitantes a ritmo vertiginoso, en la que la fauna se acerca a aldeas y pueblos hoy más que antaño, adentrándose incluso en sus calles, debido a la escasa presencia humana y a la proximidad a las casas de las pocas parcelas que aún quedan cultivadas.


Pero la sensación que queda es que el número de animales es mucho mayor que en épocas pasadas, aunque en ocasiones la realidad no sea esa. En este escenario, la fauna aparece como un símbolo de decadencia, de desgobierno, de rival demográfico. De hecho, las quejas no suelen estar relacionadas tanto con el daño económico sino con la percepción del riesgo potencial y la falta de capacidad para afrontar el problema.

Lobos, jabalíes, ciervos, por citar solamente unos pocos ejemplos, se convierten así en un símbolo del triunfo de lo natural sobre el espacio cutural, de lo indómito sobre lo doméstico, y su abundancia aparece como un desasosegante síntoma de la decadencia poblacional, económica y cultural en el medio rural.

REVISTA: Quercus, abril 2018.
Victoria Crespo Cruz.

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