Un estudio concluye que mantener esta postura no solo afectaría el sentido del gusto, sino que también permitiría tolerar mejor los alimentos calientes, a la vez que disminuiría la cantidad de comida injerida.
Si el lector deseara disfrutar del sabor de los alimentos, puede que en primer lugar debiera buscar una buena silla, pues, al parecer, la postura influiría en la percepción del sabor. Así concluye un estudio publicado en tiempo reciente por la revista Journal of Consumer Research.
En concreto, Annika Abell y su equipo, de la Universidad del Sur de Florida, hallaron que comer de pie reduciría la capacidad sensorial y, por consiguiente, la ingesta resultaría menos placentera.
En su trabajo, los científicos evaluaron distintos escenarios a fin de identificar los factores que alteran el sentido del gusto. En primer lugar, sentaron a la mitad de los voluntarios, mientras que la otra mitad permaneció de pie. A continuación, ambos grupos degustaron el mismo pan de pita. Sin embargo, el segundo otorgó menor puntuación al alimento y lo calificó como menos sabroso.
Durante el siguiente experimento, los participantes mantuvieron su posición, mas realizaron tareas, como sostener bolsas de plástico cargadas, a la vez que ingerían magdalenas de chocolate o frutos secos. Este pequeño estrés físico empeoró aún más la percepción del sabor. Para los científicos, mantenerse en pie supone mayor tensión y fatiga para el organismo. Por consiguiente, el estrés asociado con dicha postura podría originar las diferencias observadas entre ambos grupos.
En el cuerpo en pie, Abell y sus colaboradores postulan que la fuerza de la gravedad favorecería la acumulación de sangre en las extremidades inferiores. Ello supondría un sobreesfuerzo para el corazón, que debería bombear con mayor fuerza a fin de mantener el flujo sanguíneo en tronco y cráneo. Como resultado, el organismo liberaría cortisol, la hormona del estrés.
No obstante, no todo son malas noticias para aquellos que deseen evitar la silla. Los datos también sugieren que levantarse facilita la ingesta de alimentos poco apetecibles, como magdalenas saladas. En este escenario, percibir con menor intensidad el sabor del alimento resultaría ventajoso. Asimismo, permanecer de pie reduciría la sensación térmica, pues los voluntarios mostraron mayor tolerancia frente la elevada temperatura de una taza de café, en el caso de esta postura.
Los autores también destacan otro resultado: comer de pie reduciría la cantidad de alimento injerido. ¿Sería pues la postura un factor a considerar en la lucha contra la obesidad? Futuros experimentos, además de confirmar el hallazgo en un grupo más amplio de participantes, evaluarán está posibilidad.
Alejandro Herrero 4ºA
IYC
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