Los fósiles dan una y otra vez grandes sorpresas: esta vez se trata de un enorme pariente de los precursores de los mamíferos que vivió en el Triásico.
Parece una mezcla de rinoceronte y tortuga a la que se hubiese sometido a un aumento de escala, o al menos así describe al animal Gretchen Vogel en una noticia de Science. Pero no solo es el aspecto de Lisowicia bojani, sino también el lugar del hallazgo y la época en que vivió lo que dejó asombrados a Tomasz Sulej, de la Academia Polaca de Ciencias, en Varsovia, y a sus colaboradores: ese animal de 4,5 metros de largo, 2,6 de alto y 9 toneladas de peso vivió en el Triásico, época de la historia de la Tierra en la que los predecesores de los mamíferos actuales solo existían, según la opinión común, en un nicho ecológico. Con sus dimensiones, comparables a las de un elefante africano actual, Lisowicia bojani es la mayor especie de su época conocida hasta ahora entre las que vivían en tierra, con la excepción de los dinosaurios.
Lisowicia bojani pertenece al grupo de los dicinodontes (el infraorden Dicynodontia) pertenecientes a su vez a los terápsidos (el orden Therapsida), entre los que estuvieron los predecesores de los mamíferos de hoy (y están estos mismos). En su mayor parte, estos animales no eran sino pequeños herbívoros; solo unos pocos de ellos alcanzaron el tamaño de los actuales hipopótamos. La especie recién descubierta supera sin embargo a todas ellas con claridad. Los primeros huesos los descubrieron los paleontólogos, ya en 2006, cerca de Lisowice, en Silesia. Desde entonces se han desenterrado más de mil fragmentos. El estrato donde se los encontró tiene unos 210 millones de años; por entonces, los dicinodontes, según se sigue de la merma de sus yacimientos, debían de estar ya en decadencia. Sulej y sus colaboradores no pensaron en un principio que hubiesen encontrado un dicinodonte. Habida cuenta de su tamaño, creyeron que era un saurio. Los huesos del cráneo y de la cadera, sin embargo, indicaron la verdadera identidad del fósil.
Ese gran herbívoro poseía unos colmillos superiores que sobresalían como los de un jabalí. Por lo demás, carecía de dientes; en su lugar, es probable que desgarrase las plantas con un pico como de tortuga. También el resto de su anatomía da a entender algo que, desde nuestra perspectiva actual, resulta notable. Las patas traseras eran relativamente rectas, como las de los mamíferos modernos, mientras que las delanteras se parecían con su conformación curvada a las de los lagartos.
Comparados con los huesos de especies emparentadas, los restos del yacimiento polaco no muestran anillos de crecimiento; de ahí deducen los investigadores que aquel animal o creció muy deprisa o murió antes incluso de haber alcanzado todo su tamaño. Hay la idea de que los saurios de entonces alcanzaban rápidamente una talla gigante para librarse de los predadores, y Lisowicia bojani debió de tener que vérselas también con ellos. En el yacimiento se han encontrado además los restos de un saurio depredador de cinco metros de largo y heces petrificadas con restos de dicinodontes, uno de los pocos yacimientos así fuera de África, Asia y América; el grupo estaría, pues, más extendido de lo que pensaba. Sulej y sus colaboradores quieren por ello que se busquen con más intensidad otros dicinodontes en Ucrania y Rusia.
Alejandro Herrero 4ºA
IYC
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