miércoles, 12 de junio de 2019

Hacer frente a las olas de calor (Alejandro)

Una especie de eucalipto resiste al calor extremo transpirando más.
Las temperaturas alcanzadas el último verano en algunas partes de Australia fueron lo bastante altas como para derretir el asfalto. Con el calentamiento global en franco avance y las olas de calor y otros fenómenos climáticos en alza, existe el riesgo de que muchas plantas no puedan soportar las nuevas condiciones. Pero al menos una especie de eucalipto resiste el calor tórrido siguiendo transpirando cuando algunos otros procesos esenciales quedan en suspenso, señala un estudio novedoso.

Cuando las plantas convierten la luz solar en nutrientes mediante la fotosíntesis, absorben el dióxido de carbono a través de los estomas (poros) de sus hojas. Estos desprenden asimismo agua por transpiración, proceso que hace circular los nutrientes por todo el vegetal y contribuye a enfriarlo gracias a la evaporación. Ahora bien, es sabido que las temperaturas excepcionalmente altas reducen la fotosíntesis —y la mayoría de los modelos vegetales estudiados indican que también la transpiración—, lo cual expone a los árboles a un peligroso sobrecalentamiento. Dada la dificultad que entraña controlar y modificar las condiciones de los árboles en su entorno natural, se sabe poco sobre el modo en que cada especie afronta esta situación.

El ecólogo John Drake, del Colegio de Ciencias Ambientales e Ingeniería Forestal de la Universidad Estatal de Nueva York, y sus colaboradores cultivaron 12 eucaliptos de Parramatta (Eucalyptus parramattensis) en la localidad australiana de Richmond durante un año. Los hicieron crecer dentro de invernaderos individuales con ambiente controlado y rodeados de bosque: seis a temperatura ambiente y los otros seis a una temperatura tres grados centígrados más alta. Los investigadores extrajeron el agua superficial del suelo de todos los árboles durante un mes con el fin de simular una sequía leve y, acto seguido, provocaron una ola de calor abrasadora por espacio de cuatro días: elevaron la temperatura máxima hasta los 44 oC en la mitad de los invernaderos (tres expuestos hasta entonces a la temperatura ambiente y otros tantos a la temperatura cálida).
La fotosíntesis casi se detuvo en seco en los árboles que soportaron esa ola artificial de calor. Pero para su sorpresa, siguieron transpirando con niveles casi normales, con lo que lograron mantenerse relativamente frescos, tanto ellos como su entorno inmediato. Los árboles que habían crecido en las condiciones cálidas lo soportaron tan bien como los demás, y las tasas fotosintéticas retornaron a la normalidad una vez acabada la ola de calor, según han descrito Drake y sus colaboradores en febrero en Global Change Biology.

Los investigadores creen que los eucaliptos de Parramatta lograron mantener la transpiración, aún sin actividad fotosintética, gracias a su eficacia a la hora de extraer agua de las capas profundas del suelo. Pero si una ola de calor y una sequía severa llegaran a coincidir y el agua freática desapareciera, podrían no tener tanta suerte, advierte Drake.

Otros especialistas califican el hallazgo como alentador. «Sin duda es una buena noticia», opina Trevor Keenan, ecólogo del Laboratorio Nacional Lawrence de Berkeley, que no ha formado parte del estudio. «Sería muy interesante saber cómo se traduce esto en otras especies», añade. Drake espera llevar a cabo experimentos similares con árboles de Norteamérica.



Alejandro Herrero 4ºA
IYC

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