Toda Europa lo hace al mismo tiempo desde el año 1981. Sí, el cambio de hora no es solo cosa de España. Todos los relojes europeos se sincronizan para cumplir con la directiva comunitaria 2000/84/CE y adaptar nuestra actividad a las horas de luz que tienen los días.
Este cambio horario se usó por primera vez durante la I Guerra Mundial, y ahora cuesta imaginar un otoño o una primavera donde las manecillas de los relojes no se alteren. Pero, aunque cada año tenga lugar, parece que algunas personas no terminan de adaptarse a este cambio.
La primavera todo lo altera
Con la llegada de la primavera no solo la sangre se altera. Los días de calor y ocio se acercan, y no hay nada mejor que disfrutar de ellos con una buena luz. Es por ello que este fin de semana ha llegado el tan temido cambio de hora.
Sí, a las dos de la madrugada de este domingo 25 de marzo tocará adelantar los relojes para que sean las tres de la mañana. Se dormirá una hora menos, pero merece la pena, ¿no?
Para algunos, el cambio horario supone dar la bienvenida a los días largos, los atardeceres eternos y las noches de calor en la calle. Pero, para otros, estas ventajas no lo son tanto.
Un cambio que no afecta a todos por igual
Y es que, el cambio horario no afecta a todos por igual, y algunas personas pueden llegar a sufrir una serie de consecuencias no muy bien acogidas. La edad, la constitución de cada uno, o la rutina diaria pueden ser factores determinantes en la influencia de estos cambios de tiempo.
Una hora menos de sueño trae consigo el cansancio, la desorientación y el no saber cómo, así sin más, se ha esfumado una hora de su tan valorado tiempo.
El sueño se ve afectado, y con él llega la irritabilidad o irascibilidad tan temida para muchos. Cambios en el estado de ánimo que tardan un par de días en asentarse y volver a coger el ritmo de rutina diaria.
Sonia Marín Nicolás
FUENTE: Blogthinkbig
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