miércoles, 4 de noviembre de 2015

Pánico en las ondas

Revista: Muy Interesante
Edición 404

Estamos rodeados de ondas electromagnéticas por todos lados y a todas horas: sol, bombillas, televisión, WiFi, móviles, GPS… ¿Será bueno para nuestra salud?
Personas como Ángela Jaén, de 65 años, se han llegado a suicidar por síntomas de una enfermedad conocida como hipersensibilidad electromagnética, causada por las ondas electromagnéticas de nuestro alrededor, y que no está reconocida oficialmente. Sus síntomas, desde leves dolores de cabeza a pérdidas de memoria, supuestamente causados por las ondas electromagnéticas, han llevado al Juzgado de lo Social de lo Madrid a pagar una indemnización mensual de 1600 euros y al reconocimiento de una incapacidad permanente y absoluta a Minerva Palomar, otra afectada por esta enfermedad.

Numerosos estudios, como el realizado en 2013 por la Universidad Complutense de Madrid, no han podido demostrar que las ondas electromagnéticas de nuestro alrededor sean perjudiciales para la salud pero el temor sigue por ahí. ¿Hay algún motivo para preocuparse?
El rumor comenzó en 1993, debido a la demanda interpuesta por David Reynard contra GTE y NEC causada por el fallecimiento de su esposa debido a un tumor cerebral situado en la parte de la cabeza cerca de la cual sostenía el teléfono cuando llamaba. La demanda, aún desestimada por falta de pruebas, dio lugar al terror entre los ciudadanos americanos. Aunque los rumores fueron desmentidos por las compañías telefónicas, sus acciones cayeron en picado e incluso hubo clientes que cancelaron sus contratos con estas, debido a que los periodistas de grandes cadenas televisivas estadounidenses como ABC emitieron aterradores informes sobre las radiaciones.
Sobre la radiación en menores el Journal of the National Cancer Institute declaró que las probabilidades en niños y adolescentes que usan el teléfono de sufrir algún cáncer eran similares a las de aquellos que no lo utilizaban.

En conclusión: la falta de pruebas que demostraran una relación entre las ondas electromagnéticas y el cáncer deja sólo una puerta abierta a la hipersensibilidad electromagnética: el estrés.

Francisco Asensio 4ºA

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