Entre los contaminantes más peligrosos para la salud destacan el nitrógeno, el ozono, las partículas en suspensión, el dióxido de azufre, el monóxido de carbono y el plomo. El dióxido de carbono ha sido el culpable de 6.085 muertes evitables cada año en España y, entre sus graves riesgos sanitarios destacan el empeoramiento del asma y la insuficiencia respiratoria.
La contaminación ambiental afecta a todo el organismo humano, aunque el aparato respiratorio es su principal diana. Enfermedades como el cáncer de pulmón, las neumonías, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y muchas otras están directamente relacionadas con este problema, que en España produce unas 10.000 muertes al año, una cifra muy superior a la ocasionada por accidentes de tráfico.
Hablamos de un grave problema que afecta a la salud pública, ocasiona un elevado gasto sanitario y, por supuesto, empeora el maltrecho estado medioambiental de nuestro planeta.
Por ello, la lógica nos dice que si se redujera la contaminación se podrían salvar millones de vidas. La buena noticia: la contaminación es evitable, y así lo demuestran iniciativas de muy diverso tipo puestas en marcha en todo el mundo: leyes que sancionan o ponen límites a las actividades más contaminantes, inversión en investigación y desarrollo de tecnologías más limpias, políticas que fomentan la movilidad sostenible y restringen el uso de vehículo privado… Los datos hablan por sí solos, y cualquier medida es poca. ¿Quién criticaría a un político por poner en marcha un plan de emergencia para hacer frente a un terremoto o cualquier otro desastre natural? La contaminación y el cambio climático son también una emergencia, y por eso requieren de medidas urgentes.
Alejandro Herrero Casado 4ºA
MUY INTERESANTE
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