Las células tumorales son esquivas; se camuflan entre el resto de células sanas y se hacen inmortales para sobrevivir y proliferar. A pesar de ello, lo difícil de tratar el cáncer no es matar en sí a las células malignas; hay muchos tóxicos que pueden hacerlo. Lo que hace tan dura esta batalla es superar los devastadores efectos secundarios que tratamientos como la quimioterapia provocan en los pacientes.
Por tanto, lograr eliminar a las células tumorales desde el interior, sin dañar al resto de tejidos sanos del organismo supone una auténtica revolución en tratamientos, que podría salvar muchas vidas. Y eso es precisamente lo que ha conseguido un equipo de científicos de la Universidad de Granada (UGR), del Instituto de Nanociencia de Aragón (INA) de la Universidad de Zaragoza y del Cancer Research UK Edinburgh Centre, en la Universidad de Edimburgo.
Llevamos años asistiendo a la aparición de tratamientos contra el cáncer alternativos a la quimioterapia, como la inmunoterapia, (que es capaz de activar el propio sistema inmune del organismo para identificar y destruir células tumorales), todo ello con el objetivo de paliar las agresivas consecuencias para la salud de un tratamiento con quimio o radio. Ahora, este equipo de investigadores ha encontrado la manera de hacer llegar estos químicos tóxicos directamente a las células correctas, las tumorales, dejando intacto al resto de células sanas del organismo. ¿Cómo lo han logrado?
El arma que poseen en su interior es un catalizador de Paladio. Los catalizadores sirven para acelerar procesos químicos. Una vez dentro de la célular tumoral, el catalizador transformará una molécula tóxica hasta entonces inactiva (panobinostat, un quimioterápico aprobado en 2015) en activa. Ahora, el caballo de Troya ha liberado el anticancerígeno, y la célula tumoral ha muerto sin implicar toxicidad para el resto de tejidos.
Samuel Fontánez Antón
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