"Cuando empecé mi doctorado en 1961 casi no había mujeres investigando en España. Se pensaba que no estábamos capacitadas para hacer investigación. Ahora superan a los hombres que empiezan un doctorado en nuestros laboratorios" Margarita Salas ¿Qué hubiera sido de Carmen si hubiese tenido acceso a una educación en las mismas condiciones que los hombres de su época? ¿Qué hubiera sido de Gloria, de Ana, de Pilar y de otras tantas mujeres cuya vida conozco por cercanía? Mujeres que, de haber podido elegir, habrían tenido la oportunidad de dedicar su vida a la ciencia. Porque ahí está la clave, en el poder de la elección, en el compromiso social de empoderar el talento femenino al mismo nivel que el masculino en las carreras y profesiones de I+D+i. No, esto no es una crónica del blanquinegro NO-DO. Parece que me estoy remontando muchas décadas atrás, pero con solo volver la vista unos pocos años de este mismo inicio del siglo XXI emergen estas historias. Historias de científicas frustradas que aprovecharon su talento en otros menesteres, no menos válidos, pero sin opción de dedicar su vida a la ciencia, la tecnología, la ingeniería, las matemáticas o el arte. Gracias a los pequeños pasos que hemos dado en los últimos decenios, también he conocido farmacéuticas, biólogas, veterinarias y otras mujeres que, en años muy complicados, y ahora sí que me refiero a personas de avanzada edad, impusieron su deseo por la ciencia a una mentalidad en la que las mujeres tenían que esconder su capacidad a la sombra de los hombres. Una lucha, la de las mujeres científicas y la sociedad que las acompaña en este derecho, en la que poco a poco vamos ganando terreno, con paso firme. Según el informe Científicas en Cifras 2021, publicado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, nuestro país cuenta con 95.000 investigadoras, tan solo el 41% del total de personal investigador. Y si lo logramos con algunas de nuestras abuelas, si actualmente contamos con datos que no dejan de mejorar, no podemos desistir en la responsabilidad de incentivar las carreras científicas entre las jóvenes. Porque la ciencia y la innovación son los motores del progreso de nuestro país, y las mujeres no pueden quedarse atrás. Tenemos las herramientas para identificar los problemas y seguir construyendo un sistema más justo, sin discriminación de género. En concreto, la clave se encuentra en fomentar las vocaciones científicas para superar la brecha de género de algunas etapas educativas. Porque, aunque la mayoría de quienes estudian en la universidad son mujeres, también es cierto que optan menos a las áreas STEM. Por ello, la iniciativa de organizaciones como la Fundación Inspiring Girls, dedicada a impartir charlas en centros educativos para animar a las niñas a optar por carreras de ciencias, tecnología, matemáticas e ingenierías, o el apoyo del proyecto educativo STEM Talent Girl dirigido a jóvenes con curiosidad y potencial para desarrollar una carrera brillante en estos ámbitos, son iniciativas precursoras de buenas prácticas. En este sentido, y a pesar de los múltiples obstáculos que hacen que no hayamos alcanzado todavía una igualdad real en el sector de la I+D+i, España cada vez incorpora a más mujeres a la carrera investigadora, situando a nuestro país en los lugares altos de la tabla europea. Estos datos extraídos del informe Científicas en Cifras 2021 atisban buenas noticias, pero reconocen el inmenso trabajo que todavía queda por realizar en cuanto a la conciliación, la precariedad, la movilidad, los sesgos de género y los entornos sexistas que siguen sufriendo las mujeres. Demasiados techos de cristal que continúan infravalorándolas en los órganos de toma de decisiones, que las hacen ser menos y con menor representación en todos los sectores. Pero es el momento, el de nuestras investigadoras y científicas y, en este sentido, como una respuesta firme y con garantías hacia el éxito del principio de igualdad efectiva entre mujeres y hombres, hoy podemos celebrar la creación de una subcomisión del Congreso de los Diputados relativa al desarrollo del Pacto por la Ciencia y la Innovación, que además del incremento de recursos y del relevo generacional, contempla este punto como esencial. Es nuestra responsabilidad seguir sumando esfuerzos. Se lo debemos a todas aquellas que arriesgaron aportando conocimiento, a quienes se les arrebató la oportunidad y también a las que se apartaron por obligación, en contra de sus intereses. Por todo esto, apoyar, atraer y retener el talento femenino en I+D+i es clave para una ciencia diversa y de calidad, para la ciencia que nos merecemos. Mejorar la realidad de las científicas es trabajo de todas y de todos, consigámoslo juntos y en igualdad de condiciones. Solo las políticas de igualdad integradas en el sistema de ciencia, tecnología e investigación acelerarán los cambios para eliminar los obstáculos que tantas personas queremos erradicar. Por el pasado, presente y futuro de las mujeres científicas.
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