El nombre significa “tamarro inesperado” y proviene de una criatura del folklore pirenaico conocido como tamarro, famoso por ser muy esquivo y difícil de encontrar. Así lo han bautizado los investigadores del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont (ICP), que ha liderado la investigación, y del Museo de la Conca Dellà, cuyos paleontólogos encontraron el hueso en 2003. En el estudio han participado también las universidades de Edimburgo (Reino Unido) y de Alberta (Canadá).
Un ave primitiva
Aunque solo se ha recuperado un hueso, si el Tamarro fuese similar a otros troodóntidos tendría un aspecto parecido al de las aves primitivas, con las que esta familia de dinosaurios comparte muchas características anatómicas. El estudio de otras especies ha concluido que estos animales estaban cubiertos de plumas, tenían alas de tamaño pequeño o mediano y una larga cola que ayudaría a dirigir el vuelo, aunque estrictamente hablando serían planeadores y no voladores.
Los investigadores han determinado que debía de medir entre 1,5 y 2 metros de largo, con una cola que supondía la mitad de la longitud total, tendría aproximadamente 1 metro de altura y pesaría unos 20 kg. Probablemente se alimentaba de pequeños animales o de carroña, agarrando la carne con las mandíbulas y arrancándola a fuerza de tirar de ella. Este es un patrón de alimentación característico de los troodóntidos y otros pequeños dinosaurios carnívoros, que no tenían dientes lo bastante grandes como para triturar la carne, y su modo de comer sería parecido al de las aves rapaces como las águilas, los halcones o los búhos.
El Tamarro insperatus posiblemente tenía un aspecto similar a un ave primitiva y se alimentaba de pequeños animales o de carroña.
Fauna insular.
El descubrimiento resulta relevante, aparte de por ser uno de los últimos dinosaurios que vivió en lo que ahora son los Pirineos, porque según sus descubridores aporta detalles considerables sobre los ecosistemas insulares de finales del periodo Cretácico. En aquel entonces, las tierras que hoy son Europa se encontraban divididas en islas de diverso tamaño, en las cuales las especies se desarrollaron de forma independiente. En una de estas islas, conocida como región Ibero-Armoricana y que incluía zonas de Portugal, España y el sur de Francia, se desarrollaron especies de dinosaurios de escaso tamaño a causa del limitado espacio disponible. El Tamarro insperatus es una de esas especies, conocidas como enanos insulares, y según sus descubridores podría ser incluso el más grande de su familia.
Los restos de troodóntidos son comunes en Asia y Norteamérica, pero según los investigadores esta es la primera vez que se encuentra uno en Europa, por lo que barajan la hipótesis de que algunos clados hubieran migrado a lo que hoy es Europa durante la dispersión del Maastrichtiense, la última edad del Cretácico (hace 72,1-66 millones de años aproximadamente). Otro motivo por el que sus huesos son tan difíciles de encontrar podría deberse a que fueran huecos para así aligerar el peso y permitir el vuelo.
Adrián Rojo Blanco
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