Miles de seísmos en el sudoeste de Islandia podrían indicar el comienzo de un nuevo periodo de actividad geológica intensa que podría durar 100 años.
Durante los últimos 800 años, la pintoresca península de Reykjanes, en el sudoeste de Islandia, ha permanecido relativamente tranquila. Pero hace 15 meses, hubo un despertar. Lo que comenzó como una serie de murmullos dio paso a un crescendo dramático que culminó en más de 17 000 seísmos solo en la última semana.
Ahora, los científicos han observado que parte de la tierra está cambiando de forma y han detectado los susurros sísmicos del magma moviéndose hacia la superficie. Lo que todos se preguntan es: ¿habrá una erupción?
Hace unos días, la respuesta parecía un sí enfático. El supuesto más plausible consistía en espectaculares fuentes de lava y ríos de roca fundida que no pondrían en peligro ningún centro de población. Una erupción como esa tampoco amenazaría los aviones que surcan los cielos sobre la zona, que es lo que ocurrió durante la erupción del volcán Eyjafjallajökull en el 2010 en otra parte del país.
Pero ahora el sistema volcánico de Reykjanes está actuando de una forma sorprendente, hasta tal punto que es imposible determinar si habrá una erupción en los próximos días o semanas. «Las gente empezó a preguntarse qué estaba pasando», cuenta Dave McGarvie, vulcanólogo de la Universidad de Lancaster, en Inglaterra.
Los ciclos pasados de actividad volcánica en la región sugieren que esta turbulencia tectónica podría marcar el comienzo de una serie de erupciones que podrían persistir durante un siglo. Si sucede esto, la península de Reykjanes podría quedar bañada por el brillo de mil fuegos volcánicos que se encenderán, desaparecerán y reaparecerán de forma intermitente en la duración de una vida humana.
Para quienes no viven en Islandia, la incertidumbre puede resultar angustiosa, pero esta hiperactividad geológica es habitual para los islandeses. «Vives en un país que es muy activo y es algo que la gente tiene que afrontar», afirma Thorbjörg Ágústsdóttir, sismóloga de Iceland GeoSurvey.
Lucía Herrero
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