viernes, 12 de marzo de 2021

El declive de las mariposas mediterráneas

 
permitiese responder a la pregunta: ¿están realmente disminuyendo las poblaciones de mariposas? Y, si es así, ¿cuáles son las causas de este declive?

Entre esos científicos destacaba un joven llamado Ernest Pollard, quien concibió los ahora famosos Pollard walks, unos recorridos realizados en distintas zonas y repetidos de forma periódica para estimar la abundancia de las mariposas. A partir de ellos nacieron los programas de seguimiento de mariposas (butterfly monitoring schemes, o BMS), que han dado lugar a una de las iniciativas pioneras de ciencia ciudadana con más proyección a escala mundial y con más producción científica en el campo de la ecología y la biología de la conservación.

En los últimos años han aparecido un gran número de trabajos que retoman la cuestión clave de si las poblaciones de mariposas (así como de otros insectos) están colapsando y la amplían al análisis de las causas y las consecuencias que ello puede conllevar.

Con la enorme cantidad de observaciones que se han acumulado en el marco de los programas BMS, las pruebas de un declive sin precedentes son ya incuestionables. Paralelamente, las mariposas se han ido consolidando como modelo de organismo bioindicador y, por tanto, al estudiarlas también obtenemos información del estado general del ecosistema y de qué manera se ve afectado por los cambios en el entorno.

Actualmente, no solo es posible afirmar que las fuertes regresiones observadas en el centro y el norte de Europa son también aplicables a nuestra región mediterránea, sino que tenemos la capacidad de cuantificar en qué medida fenómenos como el cambio climático y la transformación del paisaje son los responsables de dichas tendencias.








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