domingo, 14 de marzo de 2021

Un compuesto del té verde modula el desarrollo facial en el síndrome de Down

Las personas con trisomía del cromosoma 21, o síndrome de Down, presentan alteraciones en el desarrollo de varios órganos y tejidos, incluidos el rostro y el sistema esquelético. Además del estigma que ocasionan, las malformaciones faciales también afectan a la capacidad para oír, respirar o masticar. Ahora, un estudio relaciona la toma de suplementos de té verde, durante los 3 primeros años de vida, con una menor deformación de los rasgos faciales. La revista Scientific Reports publica el hallazgo.

Los investigadores, liderados por Mara Dierssen del Centro de Regulación Genómica en Barcelona, Neus Martínez‑Abadías de la Universidad de Barcelona y Greetje Vande Velde de la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica, evaluaron los efectos de distintas dosis de extractos de té verde enriquecidos en galato de epigalocatequina, la catequina más abundante del té, en un modelo animal de síndrome de Down. Los ratones recibieron el suplemento desde los 9 días de edad embrionaria hasta 29 días después de nacer.

Imágenes en tres dimensiones de los cráneos permitieron comparar la morfología del esqueleto facial de los roedores. De acuerdo con los datos, el 60 por ciento de los animales tratados con una dosis baja presentaron rasgos faciales parecidos a los del grupo de control. Ello sugiere que el tratamiento revertiría las malformaciones características del síndrome de Down. En cambio, en dosis elevadas, el suplemento agravó las deformaciones en el 75 por ciento de los animales.

Pero, ¿qué ocurre en humanos? Con el objeto de responder dicha cuestión, los investigadores analizaron la forma y proporciones del rostro de 76 niños y niñas de entre 0 y 18 años de edad con síndrome de Down, residentes en España y América del Norte. Trece de los infantes tomaron suplementos de té verde, suministrados por sus padres, sin supervisión médica, ni protocolo estandarizado, en cuanto a duración o dosis. Aun así, los autores observaron cierta reducción de las malformaciones faciales en los menores de tres años. En cambio, en niños mayores y adolescentes el tratamiento no pareció aportar beneficios, pues el desarrollo del esqueleto facial ocurre, principalmente, durante los primeros años de vida.

Para Dierssen, Martínez-Abadías, Vande Velde y su equipo, este resultado debe interpretarse con precaución, pues se trata de un estudio observacional preliminar. Se requiere de más investigación, tanto básica como clínica, para determinar las dosis terapéuticas que permitan obtener los efectos deseados, mas sin dañar otros tejidos. En la actualidad, la venta de los suplementos de té verde está autorizada, por lo que resulta esencial seguir las indicaciones de la autoridad europea de seguridad alimentaria a fin de evitar la ingesta de dosis superiores a las recomendadas, que pudieran resultar tóxicas.



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