domingo, 14 de marzo de 2021

Trepanación, decapitación y otros extraordinarios hallazgos de rituales funerarios en una cueva de Cádiz.

Un yacimiento desvela prácticas ceremoniales en un lugar donde no eran habituales y que se celebraban desde más de 1.000 años antes de que se generalizaran.


A la mujer la trepanaron en vida y la decapitaron. Su cráneo fue depositado junto al de un hombre unos 25 años mayor que ella y, posiblemente, de una alta posición social. Junto a ellos, fueron sacrificados ejemplares lechales de oveja o cabra y se dispusieron vasijas cerámicas de una ornamentación extraordinaria. Sucedió entre el 4800 y el 4500 antes de Cristo en la cueva de la Dehesilla, en la sierra de Cádiz, un entorno y un periodo donde las inhumaciones más habituales eran individuales o múltiples, al aire libre o en oquedades más simples. La conjunción de elementos rituales, incluidas herramientas de piedra, restos vegetales y unas piedras dispuestas a modo de altar, convierte este espacio en un lugar único para estudiar la cultura del Neolítico Medio. La campaña de excavación, liderada por el arqueólogo Daniel García Rivero, de la Universidad de Sevilla, continuará en cuanto la pandemia lo permita. “La cueva se está portando muy bien”, bromea el investigador, que ultima la difusión de nuevos hallazgos.


La comunidad de la cueva de la Dehesilla se adelantó a su tiempo. El estudio de los hallazgos más relevantes hasta ahora, publicado en Plos One, refleja que “la naturaleza monumental de algunas de las estructuras funerarias de tierra y piedra es un rasgo distintivo del Neolítico Tardío y la aparición del megalitismo está generalmente vinculada a este período”, que se sitúa entre el tercer y el cuarto milenio antes de Cristo. Sin embargo, siglos antes, el grupo de hombres que habitaba los montes gaditanos ya celebraba rituales funerarios extraordinarios, como demuestra el yacimiento investigado por el equipo de García Rivero desde hace cinco años.

Determinar el sexo y la edad de la pareja no ha sido fácil por la ausencia de dientes (solo se ha hallado un canino derecho y una falange distal del pulgar) y huesos pélvicos. Pero complejos estudios de la morfología de los restos han permitido concluir que se trata de una mujer y un hombre. La franja de edades, según los distintos modelos oscilan, aunque la evaluación del desgaste dental y otros métodos sugieren rangos de edad de 24 años para ella y 50 para él.
La trepanación, posiblemente con intenciones quirúrgicas, se realizó antes del fallecimiento de la mujer

Los cráneos fueron depositados separados por tan solo 20 centímetros y ambos mirando al oeste. García Rivero explica que la mujer presenta una “hendidura de trepanación no concluida, pero muy profunda, ya que se quedó a escasos milímetros del cerebro”. Inicialmente se pensó que podía haber sido la causa de la muerte, pero la investigación detectó señales de regeneración del hueso, por lo que la operación, posiblemente con intenciones quirúrgicas, se realizó antes del fallecimiento. Ambos restos presentan signos de “estrés fisiológico” que los investigadores atribuyen a anemias. El de la mujer muestra tres signos compatibles con un tumor benigno.
Decapitación

Por las marcas de corte en el occipital de la mujer se sabe que la decapitación se produjo en un momento próximo a su muerte. Según el estudio, “es muy posible se produjera cronológicamente cerca del momento de la deposición del cráneo, si no en el momento de la muerte misma, antes de la descomposición completa del tejido”. El cráneo masculino no presenta evidencias de corte como el femenino. “La información estratigráfica [las capas del terreno] garantiza la deposición contemporánea de ambos cráneos y los otros elementos del contexto. Aunque no se puede descartar la muerte natural simultánea de ambos individuos (o el entierro secundario de uno de ellos), la muerte natural y el sacrificio ritual del otro o el sacrificio de ambos pueden ser igualmente probables”, concluye el estudio.

Entre esos “otros elementos del contexto” destacan la presencia de un esqueleto de caprino aún lactante con los huesos articulados, pero sin cabeza. “Es posible que también hubiera decapitación”, señala García Rivero. Estas circunstancias, según el estudio, respaldan la hipótesis de un “escenario antropológico que incluía sacrificios (humanos y animales) relacionados con actividades propiciatorias, oraciones divinas y festividades conmemorativas (ritos cosmogónicos y estacionales...)”.
El escenario antropológico incluía sacrificios (humanos y animales) relacionados con actividades propiciatorias, oraciones divinas y festividades conmemorativas, como ritos cosmogónicos y estacionales.

La celebración, siempre según la investigación, podría estar vinculada a un momento de la primavera, por la juventud del animal hallado, y su carácter ritual se ve avalado por la plataforma de piedra situada en un nicho natural en la pared de la cueva, que puede haber funcionado como una especie de altar, y por las características decorativas de las dos vasijas de cerámica halladas. Según explica el arqueólogo, estos recipientes presentan una decoración ramifome propia del arte esquemático rupestre, pero de gran singularidad. A estos elementos se unen objetos y herramientas de sílex, semillas y ramas carbonizadas así como huesos tallados. “La combinación es única”, resalta.
“Todo apunta a que los dos cráneos pertenecen a personajes que tuvieron relevancia religiosa o social en la población".

García Rivero explica que la presencia de cráneos en yacimientos parecidos suele deberse a depósitos de restos de enemigos, a modo de “trofeos de batallas”, o a la consideración del lugar como un emplazamiento “mágico”. Pero en el caso de Locus 2, como se ha denominado al conjunto del yacimiento de la cueva de la Dehesilla, la hipótesis apunta hacia un lugar ritual que se mantuvo durante mucho tiempo y de especial significación. En este sentido, el investigador aclara: “El sacrificio descubierto en Cádiz no parece ser consecuencia de un castigo, por la inversión de tiempo en el ritual, en la construcción de las estructuras de bloques de piedra y las características de los objetos hallados. Todo apunta a que los dos cráneos pertenecen a personajes que tuvieron relevancia religiosa o social en la población. La edad de él puede indicar que se trataba de un anciano de prestigio en la comunidad”.

La extraordinaria preservación de restos —que han superado el paso de milenios, la acción del agua, personas y animales—, la presencia del conjunto de objetos y la edad de este yacimiento convierten en único el enclave, sobre el que se mantiene abierta la investigación.
La presencia de cráneos humanos está documentada en otros enclaves, pero mucho más recientes

La presencia de cráneos humanos está documentada en otros enclaves, pero mucho más recientes. La arqueóloga italiana Maria Giovanna Belcastro, de la Universidad de Bolonia, ha desentrañado el misterio de uno de una mujer que murió con entre 24 y 35 años de edad entre el 3.630 y el 3.380 antes de Cristo, más de mil años después que la pareja hallada en Cádiz. En un artículo, también publicado en Plos One, desvela que el resto hallado en 2015 en un hueco situado a 12 metros de altura en la cueva Marcel Loubens, muestra signos de mutilación posterior a un ritual fúnebre. La localización del cráneo había desconcertado a los investigadores, pero Belcastro explica que, probablemente, el resto fue empujado por el agua y el lodo hacia el hoyo donde fue hallado.

Otro estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona, publicado en Journal of Archaeological Science: Reports, destaca la presencia de perros sacrificados en ceremoniales entre los años 4200 y 3600 antes de Cristo

Pero la conjunción de elementos rituales hallados en una zona ajena al Levante de la Península, donde están más documentados, así como la fecha de del yacimiento hacen de la cueva de la Dehesilla un lugar único para recomponer las páginas de la prehistoria.



Lucía Herrero


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