jueves, 31 de mayo de 2018

EL ÁRBOL DEL CÁNCER




Estudios evolutivos señalan que los cambios genéticos que activan el desarrollo del cáncer surgen mucho antes de lo esperado en el tumor primario. Este hallazgo abre un nuevo y alentador enfoque para el tratamiento.
Hace tiempo que los biólogos estudian los genes con el fin de desentrañar las ramificaciones del árbol de la vida, del que forman parte todos los seres vivos, sean titíes o microbios. Una hoja de este vasto árbol ancestral, que brota entre los grandes simios, es el Homo sapiens. Cada individuo de la especie humana es una miríada de células que colaboran para modelar nuestro cuerpo.
Para que todas las células puedan vivir juntas deben observar unas reglas básicas: reparar su ADN cuando resulte dañado, prestar atención a las vecinas para ver si se dividen y permanecer en el tejido que les corresponde. Las células mutadas detectan sus propios problemas y se autodestruyen o son destruidas por el sistema inmunitario antes de que causen ningún daño.
Lo que convierte el cáncer en una enfermedad tan letal son las metástasis, células enfermas que escapan del tumor primario y se instalan en tejidos sanos donde generan nuevos tumores. Convencidos de que las metástasis se originaban por nuevas mutaciones, surgidas relativamente tarde en la evolución del foco primario, los oncólogos intentaban identificarlas para combatirlas con medicamentos específicos.
Grupos de investigación de diversas instituciones comenzaron a escrutar las secuencias genéticas de los tumores y averiguaron consternados que, incluso en un mismo paciente, estos suelen acoger una variedad desconcertante de mutaciones.

REVISTA: Investigación y Ciencia, junio 2018, N: 501
Carolina Crespo Cruz

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