jueves, 10 de mayo de 2018

UN CAMPO DE ALIANZAS PARA LA BIODIVERSIDAD

Merece la pena llamar la atención sobre la empatía entre la conservación de la naturaleza y la producción de bienes económicos que se dan en las dehesas. Por eso no hay mejor vía que garantizar el mantenimiento de su biodiversidad que tejer alianzas con quienes viven en las dehesas, las gestionan o aprovechan sus recursos naturales.

Las dehesas son un espacio muy amigable para la biodiversidad. De hecho, si nos pidiesen que diseñásemos un lugar que combinara producción de alimentos, amenidad paisajística y riqueza en formas de vida, es muy probable que lo que concibiéramos se pareciera mucho a este sistema que desde hace siglos lleva dando pruebas de su idoneidad.
Estamos ante un ecosistema casi maduro y, por lo mismo, en parte incipiente, que nos parece permanente pero que es delicadamente inestable, acechado por continuas tensiones que le empujarían al cambio si la dejásemos a su libre albedrío. Es un espacio natural y también artificial, lo agrícola y  lo recreativo se llevan muy bien y, lo mejor del caso, dejan hueco para una muchedumbre de vida silvestre que cohabitan con la domesticada.

Victoria Crespo Cruz
REVISTA: Quercus, mayo 2018, N: 387.

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