La misión
New Horizons, de la NASA, ha cambiado todo lo que creíamos saber sobre este
lejano mundo.
El
científico planetario Stern S. Alan esperaba el 14 de julio de 2015 las primeras
señales de la nave espacial New Horizons, que se encontraba a unos 4800
millones de kilómetros de distancia después de un osado sobrevuelo de Plutón y
su sistema de cinco lunas, para el que solo había habido esa oportunidad.Esa señal, que viajaba a la
velocidad de la luz hasta las antenas gigantes de la NASA en la Tierra, les diría
si el sobrevuelo había salido bien o no.
Había costado más de 26 años llegar hasta allí. La New Horizons
había sobrevivido a su histórico sobrevuelo y se encontraba en perfectas
condiciones. En el centro de control de la misión estallaron los vítores, las
manos se alzaron para ondear banderas y los abrazos recorrieron la sala.
Nuestra cruzada de casi tres décadas para llegar al mundo más distante jamás
visitado, el Everest de la exploración planetaria, había tenido éxito.
A la mañana siguiente, la New Horizons ya había enviado sus
primeras imágenes de alta resolución a la Tierra. Estas revelaban que Plutón
era un mundo increíblemente complejo. Durante los siguientes días y meses
fueron llegando datos de la nave, en un proceso que continuó hasta finales de
2016. En total, la New Horizons realizó más de 400 observaciones
distintas con siete instrumentos científicos. Todo ello sumaba una cantidad de
datos 5000 veces mayor que la reunida por la primera misión exitosa a Marte, la
Mariner 4 de la NASA.
Ese botín de datos ha revolucionado lo que sabíamos sobre Plutón y sus lunas
y ha dado un vuelco a las ideas habituales sobre lo complejos y energéticos que
pueden ser los planetas pequeños. Además, la buena acogida del público también
constituyó una grata sorpresa.
Para ser honestos, debemos decir que la misión estuvo a punto de no
despegar.
REVISTA: Investigación y Ciencia, junio 2018, N: 501
Carolina Crespo Cruz