Bacterias, plantas, invertebrados
y vertebrados han ido reduciendo su tamaño paulatinamente, no debido a la
radiactividad, si no al aumento de las temperaturas. Hasta tal punto que el
empequeñecimiento corporal se ha propuesto como la tercera respuesta universal
de la biodiversidad al calentamiento global, junto con los cambios en la
distribución y los ciclos naturales de las especies.
La reducción paulatina del cuero,
en apenas unas pocas generaciones de individuos, tiene serias consecuencias
ecológicas, sobre todo para aquellas especies que están adaptadas a explorar
recursos concretos. Por ejemplo, agujas y zarapitos tienen largo tanto el pico
como las patas, lo que les permite detectar y capturar presas enterradas a
mayor profundidad del sedimento. Por el contrario, los picos y las patas de
correlimos clorlitejos y andarríos son de menor longitud y se alimentan de
presas superficiales más cerca de la línea de playa.
REVISTA: Quercus, Abril 2018
Paula González Cividanes
No hay comentarios:
Publicar un comentario