El concepto
de fuerza está profundamente integrado en nuestra vida cotidiana. Parece razonable
pensar que las fuerzas que podemos ejercer y percibir a escala humana también
estarán implicadas en las demás escalas que definen la vida: desde su unidad
mínima, la célula, hasta los distintos tejidos y los órganos. Sin embargo,
durante mucho tiempo la biología moderna ha intentado explicar la vida
basándose únicamente en los procesos bioquímicos gobernados por los genes y las
proteínas, mientras que ha ignorado la influencia que las fuerzas físicas pudieran desempeñar en las funciones
biológicas.
Los últimos
años han visto nacer una nueva disciplina, la mecanobiología, que adopta una
visión integrada de la mecánica y la bioquímica de la célula y los tejidos para
obtener una mejor descripción de numerosos procesos biológicos. Y es que cada
vez está más claro que las señales físicas no solo son tan importantes como las
bioquímicas, sino que entender su papel nos puede ayudar a tratar varias
enfermedades en las que intervienen de forma destacada las fuerzas mecánicas,
como la ateroesclerosis, la fibrosis o el cáncer.
Por tanto la
mecanobiología es la disciplina que explora el papel de las fuerzas mecánicas
en el desarrollo celular, la fisiología y la enfermedad. Se trata de una
ciencia multidisciplinar que combina conceptos de biología, bioquímica y física.
En los
últimos 15 años la mecanobiología ha demostrado mediante experimentos que las
fuerzas gobiernan un gran número de procesos biológicos. Por ejemplo, se ha
observado que algunas células madre tienden a diferenciarse en tipos celulares
distintos dependiendo de la rigidez de su entorno. También se ha demostrado que
la apoptosis (muerte programada de las células) y la división celular,
funciones esenciales para el mantenimiento de los tejidos, son reguladas por
señales físicas.
REVISTA: Investigación y Ciencia, junio 2018, N: 501
Victoria Crespo Cruz
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