jueves, 31 de mayo de 2018

COLAPSO ÁRTICO


El ártico bate un récord tras otro y perturba el tiempo en el resto del planeta.
La totalidad del sistema ártico se dirige hacia un nuevo estado de precariedad, y toda esperanza de detenerlo parece improbable.
El océano podría perder todo su hielo en el verano de 2040, 60 años antes de lo que vaticinamos en el año 2003.
Los cambios que está experimentando el Ártico son los previstos por los científicos, pero ocurren con mucha mayor rapidez que lo calculado hasta por las predicciones más pesimistas. Las observaciones recientes se salen de cualquier gráfico. En tan solo tres años se han desmoronado más de una docena de récords climáticos que habían permanecido estables durante décadas, como los referentes a la desaparición del hielo marino estival, a una menor cantidad de hielo durante el invierno, al calentamiento del aire y a la descongelación del suelo.
Dicha tendencia vaticina problemas para la población mundial. En la última ocasión en que el Ártico alcanzó unas temperaturas ligeramente más cálidas que las actuales, hace unos 125.000 años, la superficie oceánica estaba entre 4 y 6 metros más elevada. Adiós a Miami, Nueva Orleans, gran parte de la ciudad de Nueva York y de Silicon Valley, así como a Venecia, Londres y Shanghái. Las últimas investigaciones indican que el rápido calentamiento del Ártico tiende también a modificar la corriente en chorro de una forma que causa una inusual persistencia de fenómenos meteorológicos extremos en Norteamérica, Europa central y Asia. Ello somete a millones de personas a implacables olas de calor, sequías e incesantes tormentas. El plancton está aumentando en el sur del océano Ártico, lo que podría desestabilizar cadenas tróficas de las que dependen bancos de pesca. Además, al deshielo masivo se une una enorme masa de agua dulce localizada al sur de Groenlandia que quizás esté ralentizando la corriente del Golfo, algo que podría alterar notablemente la dinámica meteorológica de los continentes que flanquean el Atlántico.
Además, en tan solo 40 años, la extensión de hielo ártico durante el verano se ha reducido a nada menos que la mitad. El volumen de hielo a lo largo de un año es también mucho menor: cerca de una cuarta parte del registrado a comienzos de la década de 1980. Hasta hace poco, se pensaba que tales extremos no se alcanzarían, como pronto, hasta mediados de siglo.

REVISTA: Investigación y Ciencia, junio 2018, N: 501
Victoria Crespo Cruz

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