La investigación de la consciencia es una historia de desilusiones. A muchos
les decepciona que precisamente la psicología haya abandonado su explicación de
manera progresiva. Si bien esta disciplina reconoce las manifestaciones de la
consciencia como fenómenos y describe las leyes que las rigen, no aclara qué
son ni cómo se generan.
Desde hace algún tiempo, la neurociencia va ganando terreno a la psicología.
Sin embargo, sus aportaciones también decepcionan: la oferta teórica apenas
resuelve los enigmas. Intenta explicar la consciencia a partir de la
identificación de sus correlatos neuronales, es decir, desde los procesos
cerebrales con los que se la relaciona. El entendimiento sobre la participación
de los procesos cerebrales podría ayudar, pero no ofrece explicaciones
concluyentes por sí solo.
La filosofía nos regala otras frustraciones. Desde tiempo inmemorial, la
consciencia y el papel que desempeña en el mundo constituyen uno de los grandes
temas de la metafísica y de la teoría del conocimiento. Por otra parte,
numerosos filósofos adoptan una postura escéptica frente al pensamiento
biológico analítico funcional, el cual resulta indispensable para explicar la
consciencia.
REVISTA: Mente y Cerebro, mayo 2018 (N:90)
Carolina Crespo Cruz
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