viernes, 25 de mayo de 2018

UNA RESPONSABILIDAD DE TODOS EN UN ESPACIO COMPARTIDO

Si observamos una dehesa con ganado, aunque uno esté versado en los asuntos del campo comprendemos de forma intuitiva el mecanismo que permite que este hábitat siga acompañándonos: el papel activo del ganado, que actúa como modelador del territorio.
Estos herbívoros están porque las dehesas se gestionan. Son sistemas productivos a los que les hemos reconocido la gran cantidad de valores ecológicos, ambientales o culturales que también poseen. En realidad, la dehesa tiene tantas facetas que nos resulta difícil encontrar una definición que las reúna a todas.
Son además lugares acogedores para la biodiversidad: muchas especies encuentran en ellas refugio, alimentación y un lugar para criar.
Sin embargo, está resultando difícil establecer una caja de herramientas eficaz para abordar los graves problemas que amenazan a la dehesa. Desde hace años se ha identificado el envejecimiento del arbolado y su falta de renovación como una de sus principales amenazas.
En vez de sacar provecho de su carácter mixto y mestizo,  a la dehesa se la ha sectorizado, el agrícola con sus normas, el de la biodiversidad con sus medidas de fomento y sus criterios de conservación.
Cambiar esta situación es posible y se está haciendo con energía y tesón: estamos construyendo institucionalmente la dehesa.
El esquema LIFE vuelve a mostrarnos su gran potencial para entretejer entre todos los socios lazos de la alianza que seguirán dando sus frutos en un plazo tan largo como la vida futura que esperamos para nuestras dehesas.

Victoria Crespo Cruz     4 ESO
REVISTA: Quercus, mayo 2018, N: 387

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